¿Se nos pasó la urgencia de la salud?

Por Karen Palma, presidenta Confederación Fenats Nacional

Hace un mes, la crítica situación de los servicios de urgencias ponía -nuevamente- en la palestra la situación de crisis permanente que vive el sistema de salud en el país, que cada invierno llega al límite de sus capacidades por el aumento de las enfermedades respiratorias.

El colapso de los centros de urgencia, la muerte de menores por falta de atención, la presión política de la oposición y sectores oficialistas, las y los trabajadores de la Salud sin las herramientas necesarias para enfrentar el aumento de pacientes, fueron todos factores que determinaron que Fernando Araos terminara fuera del cargo de subsecretario de Redes Asistenciales, por su responsabilidad en este escenario.

Tras su renuncia la crisis acalló, cómo si por obra de gracia las urgencias volvieran a tener la capacidad de atención o que las enfermedades respiratorias volvieran a los niveles normales.

¿Con la salida de Araos se acabaron los problemas? Lamentablemente, pareciera que ese fue el punto. Ciertos sectores de oposición y gobierno vieron la oportunidad de darle un nuevo golpe al Ejecutivo, buscando una derrota política por la gestión del Minsal en esas semanas, además de cobrarle facturas al propio Araos en su momento de mayor debilidad.

Sin embargo, la situación crítica en hospitales y centros de urgencia sigue siendo compleja, o mejor dicho, crítica. Las y los trabajadores de la Salud se mantienen en una situación precaria, sin contar con las condiciones laborales, de higiene y de seguridad para brindar una buena atención a los pacientes.

Por otro lado, la situación de las isapre también quedó en una fangosa laguna en medio de la crisis de las urgencias, y parece guardada en el baúl de los recuerdos la posibilidad de una reforma de salud. La posibilidad de incorporar en el debate público el cambio profundo que requiere nuestro modelo de salud está, por ahora, resignada.

Este hecho afecta directamente a las y los trabajadores, al no existir hasta ahora voluntad política para avanzar en la discusión de nuestra propuesta de carrera funcionaria, que apunta a dar garantías de crecimiento y seguridad laboral a quienes nos desempeñamos en el sistema público de salud. Tampoco tenemos margen de discusión para gestionar la contratación definitiva de los miles de funcionarios que fueron contratados a honorarios durante la pandemia y que hoy prestan servicios clínicos, sin tener claridad sobre su situación laboral.

Los grandes temas que preocupan a los funcionarios siguen pendientes, sin respuesta por parte de los gobernantes, que han puesto su foco en las urgencias planteadas por la derecha, por la agenda de los grupos conservadores que se oponen a cambios que mejoren la vida de millones de chilenas y chilenos se ha impuesto. Sus barreras y zancadillas han servido para mantener el status quo y salvar, al menos por ahora, los intereses de quienes ven en la salud un nicho más de mercado.

Columna publicada en Cooperativa.cl

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