Antes de ellas, cientos de valientes mujeres soñaron y se arriesgaron a transgredir el sistema que las anulaba, que les negaba el derecho a manifestar su pensamiento y, menos, a demostrar deseo. Fue también un 8 de marzo de 1910 que se legalizó la posibilidad de que las mujeres pudieran educarse de manera global. Anteriormente, su instrucción se orientaba a cuidar y complacer a los hombres.
Hace 100 años las mujeres no podían usar pantalones, participar en las Fuerzas Armadas, divorciarse, abortar legalmente, administrar sus bienes en el matrimonio, planificar la familia, ni votar; esto último, en Chile recién vino a suceder el año 1941. Además, fuimos el último país de Latinoamérica en aprobar el divorcio en 2004.
Pero las chilenas no solo han sufrido la falta de derechos, sino también las consecuencias de una sociedad mojigata y culposa, machista y violenta. El año pasado se registraron en nuestro país 57 femicidios consumados y 149 frustrados; la cifra es verdaderamente vergonzosa.
En pleno siglo XXI, las mujeres siguen enfrentando un sin fin de problemas para poder desempeñarse en el ámbito laboral. Son discriminadas por su apariencia, por maternidad, se les exige rendir el doble y siguen ganado menos que sus compañeros, son acosadas, raras veces se les postula a cargos directivos. Ellas cargan con la culpa de no estar lo suficiente con sus hijos y las empresas no se lo facilitan, poniendo trabas y requisitos para otorgarles salas cuna adecuadas y tomar licencias cuando se requiere.
Hoy, la Fenats Nacional quiere reconocer la invaluable labora de las mujeres en la salud; ellas ocupan el 85% de los cargos del sector. Son, mayoritariamente, manos femeninas las que cuidan, sanan, consuelan a los chilenos cuando están enfermos. Durante la pandemia, han sido fundamentales. Pese al poco reconocimiento que les ha dado el Estado y la falta de recursos, las funcionarias han demostrado su compromiso, sacrificando su vida personal y su integridad.
Abrazamos a cada una de las mujeres de nuestro país y a cada compañera de labores. Nos comprometemos a no dejarlas solas en sus luchas ¡Por favor, no se rindan!